Leyenda de El Mechudo En la zona suroeste de la isla San José, a unos 12 km de la bahía La Amortajada, existía un yacimiento que, a fines del siglo pasado, se destacaba como un importante productor de perlas, atrayendo cada año a cientos de buzos. Al concluir cada temporada, antes de que el frío y los vientos del noroeste hicieran imposible el buceo, los pescadores tenían la costumbre de sacar una última perla "para la Virgen". En una de esas ocasiones, un buzo se preparaba para sumergirse por última vez cuando alguien, al notar su intención, le advirtió: —No bucees más. Ya tenemos la perla de la Virgen. El pescador, con ironía, hizo un gesto de desprecio y respondió burlonamente: —Yo no voy por la perla de la Virgen, voy a buscar una para el diablo. Y se lanzó al agua. El diablo tomó su palabra, y el pescador jamás volvió a emerger; su cuerpo nunca fue devuelto por las aguas. Desde entonces, el lugar se ha convertido en un tabú, y nadie se atreve a buscar perlas allí. Aquellos que lo han intentado afirman haber encontrado en el fondo al espectro del buzo blasfemo, a quien le ha crecido una abundante cabellera y una larga barba. Parece estar vivo, y en sus manos sostiene una enorme concha de madreperla. Dicen que es la perla del diablo; y debido a la larga cabellera del fantasma, se le conoce como El Mechudo, y al lugar se le ha dado el nombre de punta Cabeza Mechuda. Fuente: Fernando Jordán, El Otro México. 1967